¿Qué pasaría si las Agencias de Acción Comunitaria desaparecieran mañana?
Words by CEDA Admin
Debemos alzar nuestras voces, abogar con firmeza y recordarle a nuestra nación que la Acción Comunitaria no es caridad, es supervivencia, es oportunidad, es justicia. La pregunta no es si podemos permitirnos financiar estos servicios, sino si podemos permitirnos las devastadoras consecuencias si no lo hacemos.
Imagina despertar mañana por la mañana para descubrir que las puertas de cada Agencia de Acción Comunitaria (CAA) en toda América estuvieran cerradas, los teléfonos silenciosos, las luces apagadas. Para millones de familias—nuestros vecinos, nuestros amigos, quizás incluso nosotros mismos—esa puerta cerrada no representaría solo una inconveniencia. Marcaría el comienzo de una pesadilla.
El Primer Día de Silencio
Los padres tendrían que ingeniárselas para saber cómo alimentar a sus hijos sin acceso a los programas de alimentos. Los ancianos que dependen de la asistencia energética en el hogar temblarían de frío o sufrirían de calor, con su salud en juego. Las madres solteras descubrirían que el apoyo a la guardería del que dependen para poder trabajar ha desaparecido. En pueblos rurales y centros urbanos por igual, las familias caminarían hacia edificios familiares solo para encontrar una puerta cerrada y nadie que responda a sus preguntas.
El efecto ondulatorio de la desesperación
En cuestión de días, la desesperación se propagaría. Los cortes de servicios públicos aumentarían. Los refugios, ya de por sí saturados, se desbordarían con familias que antes tenían estabilidad habitacional gracias a la asistencia de alquiler o de emergencia. Las despensas de alimentos locales, incapaces de llenar el vacío, se agotarían. Los hospitales verían más pacientes cuyas condiciones empeorarían porque se había interrumpido la atención preventiva y el alcance de la salud comunitaria. Los niños serían los más afectados, perdiéndose de programas de desarrollo, espacios seguros y la estabilidad que les permite aprender y soñar.
¿Y qué hay de la esperanza? La propia esperanza vacilaría. Durante décadas, las CAAs han sido más que proveedores de servicios; han sido salvavidas, conectando a las personas con oportunidades, acompañando a las familias en tiempos de crisis y recordándoles que son importantes. Sin ellas, el tejido de resiliencia que mantiene unidas a las comunidades comenzaría a deshacerse.
Un futuro que no podemos costear
Esta visión es escalofriante porque no es descabellada. Con la constante incertidumbre en Washington, DC, y el futuro de la financiación de programas esenciales de red de seguridad en debate, debemos reconocer que este escenario de '¿y si?' podría convertirse rápidamente en realidad. Es una realidad que ninguno de nosotros puede permitirse enfrentar.
Un llamado a la acción
Afortunadamente, esta historia es ficticia. Hoy en día, las Agencias de Acción Comunitaria permanecen abiertas, luchando todos los días para asegurar que las familias no sean abandonadas en su momento de mayor necesidad. Pero el mañana depende de las decisiones que se tomen ahora, por los responsables de políticas, por los líderes y por todos nosotros.
Debemos alzar nuestras voces, abogar con firmeza y recordarle a nuestra nación que la Acción Comunitaria no es caridad, es supervivencia, es oportunidad, es justicia. La pregunta no es si podemos permitirnos financiar estos servicios, sino si podemos permitirnos las devastadoras consecuencias si no lo hacemos.
Actuemos antes de que el silencio se vuelva real.
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